Kaziza Lafkir, el joven
saharaui que lleva dos semanas sin ingerir alimento alguno frente a la embajada
de Marruecos en Madrid para reclamar la liberación de los 22 presos políticos
que aún hay en las cárceles marroquíes como consecuencia del desmantelamiento
del campamento de Gdeim Izik, está llegando, según los médicos que le atienden,
al "límite de sus fuerzas" y no es descartable que abandone el
próximo fin de semana la huelga de hambre, coincidiendo con los "ayunos
solidarios de 48 horas" que hay previstos en varias ciudades en apoyo suyo
y de sus reivindicaciones.
Son las siete de la tarde y,
ajena al drama que a pocos metros tiene lugar, la muchachada ataviada con
banderas rojigualdas se dirige por la calle Concha Espina a contemplar otro
partido de La Roja en la pantalla gigante que en las inmediaciones del Estadio
Santiago Bernabeu varias firmas comerciales han instalado en colaboración con
el Ayuntamiento. Algunos han venido en coche. Otros en metro o en autobús.
Si se les hubiera preguntado,
durante la Huelga de Hambre de Aminatu Haidar, por el conflicto del Sáhara, la
mayoría no hubiera sabido muy bien qué responder, pero, tres años después, el
silencio mediático ha sido tan intenso que difícil sería encontrar a algún
viandante que siquiera sepa que, cerca de allí, en una calle del elegante
barrio de El Viso, se encuentra Kaziza reivindicando justicia y libertad para
los habitantes de un territorio que en época no tan lejana, y antes de que sus
vecinos marroquíes entraran allí por la fuerza, era una provincia española.
Cuando el periodista llega a
la acera frente a la embajada, Kaziza está recibiendo, acostado en una
colchoneta, la atención del médico que viene a verlo dos veces al día. El
galeno hace su trabajo auxiliado por un traductor, y por una chica y un chico
de los que llevan catorce días con sus catorce noches turnándose para acompañar
a Kaziza. Este apenas consigue esbozar un gesto para expresar que no quiere
fotos. Después sonríe, y deja claro con otra mueca que no está en las mejores
condiciones para una improvisada entrevista.
"Quiere estar sólo",
dice un portavoz. Y es que, en esta ocasión, ni siquiera hay una habitación a
la que retirarse con los más íntimos, como la que se habilitó para Aminatu en
Lanzarote. Sólo la vivienda cercana de una simpatizante de la causa saharaui a
la que acude para ducharse. Kaziza ha pasado catorce días con sus noches solo,
y en un estado cada vez más débil, frente a la embajada marroquí.
"La decisión de seguir o
no adelante la debe tomar él, pero no podemos permitir que su salud sufra daños
irreversibles", dice visiblemente emocionado a Guinguinbali el presidente
de la Coordinadora de Asociaciones Solidarias con el Sáhara, José Taboada.
"La verdad es que a mi me
parece que debe dejar la huelga cuanto antes, porque lo que está haciendo es heroico
y la causa de la justicia, la libertad y los Derechos Humanos en el Sáhara lo
va a seguir necesitando".
A primera hora del martes
pasado, después de que vinieran a acompañarle por unas horas un grupo de
artistas cuando ya llevaba más de una semana en huelga de hambre, fue cuando
dio el primer susto importante respecto a su salud. "Lo vimos cansado y el
Samur lo llevó al Hospital de La Princesa para que le hicieran una
analítica" dice el coordinador del grupo de jóvenes Yo apoyo a Kaziza, en buena
parte simpatizantes o militantes de Izquierda Unida, que le respalda desde el
primer momento. Dicha analítica mostró que "tiene un riñón sometido a
demasiada presión", y que la "fase crítica" en la que se entra
tras 20 días de huelga de hambre, agudizándose el dolor de estómago y los
mareos, se ha adelantado en su caso una semana.
Y es que Kaziza pesaba solo
unos 50 kilos cuando inició la huelga y en estos días ha perdido 10. Su masa
corporal era ya muy reducida antes de empezar y, además, las torturas que,
según ha contado, sufrió, al estar un mes preso en una cárcel marroquí, le
siguen dejando secuelas y han agravado las consecuencias de la inanición.
"Desde luego, no vamos a dejar que llegue hasta el límite", dicen
quienes le acompañan.
Y es que, según añaden estos
mismos jóvenes, su decisión de emprender la huelga fue exclusivamente personal,
y sin apenas contar con nadie más que este reducido grupo de estudiantes
españoles y algunos compañeros saharauis de la plataforma Yo apoyo a Kaziza.
Por eso en el movimiento de solidaridad con el Sáhara reconocen que el arrojo y
determinación de Kaziza les pilló un poco por sorpresa, aunque desde el fin de
semana pasado se han empezado a realizar, de manera espontánea, y a través de
las redes sociales, concentraciones en varias ciudades españolas en solidaridad
con él y sus reivindicaciones.
CONCENTRACIONES
Hoy se espera que se repitan a
partir de las 7 de la tarde frente al Ministerio de Asuntos Exteriores,
acompañadas de ayunos solidarios de 48 horas y miembros de todos los partidos
representados en dicho órgano -PP, PSOE, IU y UPyD- se han acercado hasta las
inmediaciones de la embajada para darle ánimos.
En el Gobierno de España no ha
habido hasta ahora reacción conocida a las reivindicaciones del joven, aunque
se espera que Izquierda Unida presente en pocos días una pregunta para su
respuesta oral. Tampoco en la embajada de Marruecos han hecho gesto alguno, si
se exceptúa la salida esporádica, durante la primera semana, de algún reducido
grupo de empleados del edificio, portando banderas marroquíes y profiriendo
consignas favorables a la anexión del Sáhara Occidental por el Reino Vecino.
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